Monday, October 3, 2016

Que las letras fluyan: La Espuela de Plata

Ya hace 5 años que escribí este cuento, no lo había publicado esperando poder hacer un inicio triunfal como ganador en algún concurso de cuento. Pero ahora creo que lo más conveniente es darle vida permitiendo que alguien lo lea. Hoy 3 de Octubre de 2016, después de la derrota del plebicito por la Paz, me gustaría saber ¿Qué logra ver usted a través de este cuento?.

Aprovecho y renuevo mi más sincero agradecimiento a mi amiga, con quien espero compartir cafe pronto, Ana María Cardenas, por hacer tan hermosa ilustración para esta historia.

Gracias por leerlo.


La espuela de plata

Por: Hermes Ariel Llain Jiménez.       c.c.: 1.102’842.014 de Sincelejo (Sucre)
 

Y así comenzó de nuevo, los mismos reproches de ayer y anteayer y el "está bien" de costumbre. Se dieron un beso, ella desconfiaba aún y él se fue para la gallera San Francisco. Jugaban al Locofino, el mejor gallo de la cuerda de Elías Benítez.

Llegó a la mesa de Fritos frente a la gallera y se dirigió a la fritanguera que preparaba cualquier variedad de pasabocas:

- Ese suero es picante seño

- nada niño, pero está buenesitíco como el gallo de Elías

- Joda, entonces no le echo suero a la empaná porque ya verá como El Caporo lo jode -, Juan Eduardo Liberó una de sus estruendosas carcajadas y le echó el suero a la empanada mientras veía quien más había llegado. Se comió dos carimañolas y un quibbe además. Llegaban a la Gallera Alcides Rojas y su hijo Arturo Alcides Rojas. Alcides, hombre de monte y con monte, caminaba con el ademán de quien ha cabalgado mucho aunque en los últimos años lo hacía más por diversión que por necesidad.

Alcides llegó a la mesa de doña Elvia a quien saludó con una sonrisa, se pidió una arepa de huevo y saludó a Juan Eduardo.

 -¿Todavía en ese plan Juan Eduardo? Joda, he visto como una corraleja se cayó y soy de los que cree que fue por lo de don Arturo, pero aun no entiendo cómo le tienes tanta fe a esos animalitos tuyos- Juan Eduardo se volvió a reír, Alcides lo acompañó en su carcajada y se dieron un abrazo.

Juan Eduardo entró a la gallera y se acordó de que la hija de Carmocha decía que era una corraleja chiquita, y pensó que ese día El Caporo sería como El Siete Cajas, gran toro de leyenda. Era la octava vez que pensaba lo mismo, pero con diferente gallo.

Juan Eduardo era un hombre con palabra de gallero y terco como tal. Veía más esperanzas en su gallo que en sus propios hijos. De ahí que su mujer fue quien dirigió la casa, vio por su marido, crio los hijos y conservó la esperanza en ellos.

Eran las 5:30 p.m., había más gente que de costumbre. Alguien había escuchado al patriarca de los Paz decir que iba a ver los gallos de esa noche. Benítez no había llegado aún, Juan Eduardo se tomaba otro tinto. La luz de la bombilla de tungsteno parpadeaba y toda suerte de bichos daba vueltas alrededor de ella como si se tratara del gobernador llegando a la arena.

Las láminas de zinc sonaban cuando la gente se sentaba. La gallera en efecto era como una pequeña corraleja, de proporciones más altas, hecha en  madera de Roble permanente rodeada por un edificio de concreto, con techo de zinc y cuatro columnas principales. Sin embargo su pilar era la arena, un pilar invisible. No había otra explicación de que el edificio no se cayera en los momentos más violentos.

- Erda compi, ¿usted se acuerda del viejo Lucho?, ya hacen diez años y aún lo escucho reír con esa boca hedionda a cigarrillo allá al fondo.

Juan Eduardo respondió mientras peinaba las plumas de su gallo.

- Ajá Ignacio pero ¿qué se hace?,  él era de palabra, por eso aún lo oyes reír.

Ya estaban llegando las demás líneas, dos del turco Chadid, una de don Juan Serna y la invitada de Cereté de don Lázaro. Gallos finos, adiestrados algunos y otros hasta rezados. Aves de plumajes verdes y naranjas de tonos metálicos interrumpidos por las piernas desnudas, miradas firmes y expresiones determinadas. Eran sumisos, casi ni se movían mientras los llevaban.

Después de otro tinto, Juan Eduardo le dice a Alfredo Martínez:

- Mira, el Locofino ya está cansao, esos son puras ganas de desgastarlo  las que tiene Elías esta noche, le va a pasar como al palomo en el 78 o al Román en el 93. El caporo está como el propio de los Petro en su momento. Dicen que ese gallo hasta marica es, ¡que Elías lo quiso cruzar y cero pollitos!

Al interior de la gallera ya comenzaban a jugarse los gallos primerizos.

6:20 p.m. La Toyota Burbuja Árabe del doctor Paz se parqueó en frente de la gallera seguida de otros dos carros escoltas, Emiro Paz y Salim Paz salen de la camioneta ayudados por sus escoltas y acompañados por compañeros de parrandas y política. Eran los hijos del gobernador, el primero concejal y el otro representante a la cámara. Los hermanos Paz se acercan donde doña Elvia y piden un par de carimañolas. Emiro es soberbio y alegre, lleva una camisa de rayas azules que compró en su último viaje a EEUU, un hombre que promete romper con la tradicionalidad de la política, mientras que Salim es un poco mayor y tiene la misma mirada cálida de su padre el gobernador. Era una persona medida con sus palabras, era bueno relatando historias de sus viajes a Bogotá y de la cotidianidad de la ciudad. Su especialidad eran los besos y abrazos.

Al percatarse de la llegada de los herederos de la familia Paz, media gallera se levantó y se dividió entre quienes se actualizaban de los últimos movimientos de la política y quienes iban al consultorio de los Paz junto a la mesa de fritos.

En medio de la atención a los hijos del doctor Paz llegó la cuerda de Elías Benítez con el Locofino al frente. Elías Benítez era un hombre moreno, tenía un aire vallenato pese a ser sabanero nato debido a sus años de juventud en el valle, sus cabellos negros y rizados se escondían bajo sus diferentes gorros de tela al igual que sus ojos bajo los lentes de sol, siempre los llevaba puestos sin importar la hora del día. Juan Eduardo por su parte era un criollo sin apellidos ni castas, y por más que reclamara el apellido de un abuelo de familia tradicional era simplemente hijo de un hijo natural, no había nada que reclamar.

Los gallos seguían estáticos, la sabana seguía tan viva como el fuego del fandango. En Galeras el maestro Luna tocaba su gaita y recordaba los tambores de su infancia. En Tolú estaba por nacer un pescador. En San Marcos el señor Montes estaba sacando la mejor cosecha de la temporada. En Sincé el señor Aníbal no sabía cómo hacer para pagar el ganado que perdió. En Majagual el hojarasquín miraba a los hijos de  doña Ceci jugar junto al Rio San Jorge mientras se preparaba la banda Juvenil de Chochó para tocar esa noche. Los Martínez en Corozal pensaban en cómo "saldrían de esa" y Margarita viajaba a Barranquilla con un par de maletas viejas, lloraba a su papá mientras dejaba la Sierra Flor atrás.

Los ojos de Juan Eduardo se iluminaron.

- Joda, pilla al Locofino, no es ni sombra del gallo que derrotó al gran Duque de Alberto Martínez.

El Locofino era un gallo de apariencia mítica, caminaba como caballo cuando estaba en la arena con pequeños brincos, por eso era “el fino". Había sobrevivido a diez combates, era un desalmado en la arena, por eso era "el loco". Las batallas no habían arruinado su bello plumaje verde más allá de los rasguños en su patas. Era el favorito de Elías Benítez, un gallo rezado desde el huevo. El Locofino era hijo de una gallina criolla y del famoso gallo El Campeón. Juan Eduardo volvió a reír.

 -Míralo, y te lo dice Juan Eduardo Romero, ese gallo cae hoy porque cae.

Los Paz pedían otro jugo de tomate de árbol mientras escuchaban el caso de un celador que tenía un hijo vividor que quería poner a trabajar. Las personas que le seguían en un orden misteriosamente arreglado pensaban en las apuestas. Adentro de la gallera los seguidores de los Pacheco querían saber a qué gallos apostarían los Paz para apostarle a los contrarios. Nadie estaba seguro aún si los Pacheco se aparecerían ese día o no. Dicen que en Sincelejo todo se sabe, de a pedazos, con exageraciones y hasta datos contrarios pero se sabe.

Juan Eduardo empezó a sudar cuando vio a Elías Benítez y pidió otro tinto. Ya eran casi las 7:00 p.m. y los Paz habían cerrado su consultorio junto a la mesa de fritos y entraron a la gallera junto a su séquito. El siguiente encuentro sería entre El Cachaco y El Ancla.  Juan Eduardo empezó a “entrenar” a su Caporo y el gallo miraba como gallina culeca a su dueño que le explicaba cómo debía evadir al Locofino  y de qué manera sus espuelas debían quebrarle la vida.

Pasados un par de combates muy sangrientos donde siete de los nueve gallos derrotados habían caído muertos en la arena, después de un par de carimañolas, negocios e información en la gallera la noche entraba en su apogeo: entró uno de los jueces en la gallera y saludó a la audiencia:

-¡Señoras y señores!, gente distinguida de toda la sabana, saludamos a la cuerda invitada de Cereté y a nuestros visitantes asiduos y ocasionales venidos desde toda la región. Saludamos a las personas que vienen desde Montería, a los que vienen desde Corozal, Ovejas, Barranquilla, Santa Marta y hasta de Valledupar, ¡Sean todos bienvenidos! Para seguir esta noche de grandes duelos les traemos el encuentro entre El Cachaco de la cuerda de Elías Benítez y El Ancla de Alfredo Martínez -, la asistencia enardeció.

Los Paz tomaron asiento en la parte de atrás procurando escapar por un momento de sus funciones políticas, Juan Eduardo se hizo en primera fila. Ya las apuestas estaban cuadradas y los gallos en manos de los jurados. Un silencio profundo se impuso cuando los jueces entraron con las aves a la arena, al instante fue derrocado por el inicio del combate. El Cachaco no se midió en el primer acercamiento y El Ancla aprovechó su exceso de confianza para hacerlo perder el equilibrio, El Cachaco cayó y el Ancla se plantó en él, sus espuelas buscaban la cabeza de El Cachaco que en un arranque se logró poner de pie y arremeter en su defensa, El Ancla le dio un picotazo en el muslo y El Cachaco perdía de nuevo el equilibrio, abrió la alas y revoloteó para caer a por arriba a El Ancla que no esperaba ese movimiento.

 Juan Eduardo pensó en el Caporo, Los Paz no lograron dejar de pensar en el contrato de la Mojana, Elías Benítez se mostraba sereno y el resto de la gallera cual circo romano gritaban e insultaban el orgullo de los gallos mientras hacían cuentas provisionales de cuánto perderían, no solamente en dinero. 

El Ancla se elevó e interceptó a El Cachaco que cayó sobre él y enterró una espuela en el costado izquiero. El Ancla revoloteó de dolor mientras el Cachaco se levantaba del suelo. Con furia El Ancla arremetió contra El Cachaco, lo tiró, le hirió de nuevo el muslo derecho y en un golpe inmediato le arrancó un ojo de la cara.

El Ancla creció en Tolú, bajo los latidos del mar con cuya furia luchaba. Era El Ancla de la cuerda puesto que era quien daba la firmeza en combate y tranquilidad en la adversidad para la cuerda de Alfredo Martínez.

El manto de plumas hermosas de ambos gallos se percudió con la sangre de los contendores. El Cachaco se levantó con dificultad pero enérgicamente, arremetió en un revoloteó contra El Ancla que cayó contra una de las barreras de la arena. El Ancla, ya mal herido, se levantó mientras El Cachaco se movió al centro de la arena, y se quedó en el centro. El Ancla revoloteó alrededor de la barrera mientras se desangraba, El Cachaco lo seguía con la mirada. El Ancla arremetió contra el interior de la arena y El Cachaco le respondió, ambas aves revolotearon y cayeron después de una lluvia de rápidos picotazos y golpes de espuela perdidos. Al final El Cachaco se levantó y El Ancla quedó muerto en el piso. Los jueces declararon ganador a El Cachaco mientras que El Ancla era recogido por Alfredo Martínez quien lo miró con cariño y lo sacó de la arena. El Cachaco seguía siendo rey en el centro de la arena, aunque quedaba mal herido y sin un ojo después del encuentro. El Cachaco ganó, pero quedó presa de su propia estrategia. El combate había demorado tres minutos.

Los Paz salieron de la gallera, seguidos de su séquito y las personas que se quedaron esperando su cita. Superaron la muchedumbre, se montaron en su camioneta y dejaron atrás San Francisco.

El momento había llegado, Juan Eduardo se tomaba su octavo tinto, eran las 8:30 p.m.

–Niño, apúrate que ya el que viene es tu combate, reza por tu gallo y que no le pase lo mismo que a El Chicano– le dijo Ignacio a Juan Eduardo mientras le abría espacio para poder entregar su gallo. Juan Eduardo le dio una caricia a su Caporo y empezó a sudar, el Caporo miraba a todos lados.

-Hasta ese gallo sabía que El Locofino era de temer y su única victoria no le daba la suficiente confianza – dirían después de esa noche los compañeros de gallera.

-Señoras y señores, la nueva promesa de la Sabana está en la arena del club gallístico San Francisco, ¡El Caporo! De sangre fría como las iguanas. De este lado el consentido de la casa, joya de compae Benítez, con 10 invictos llega El Locofino a la arena.

Los jueces tomaron los gallos, El Locofino pataleaba mientras El Caporo se mostraba manso, casi petrificado. Si bien en su propia defensa los galleros dicen que la naturaleza agresiva de los gallos los llevaría a matarse sin necesidad de galleras el Locofino era un gallo especial. Limpiaba a sus oponentes de la arena y muchas veces los hacía correr por la misma con desesperación antes de aniquilarlos a punta de espuelazos. Los que huían solo servían para alimentar más el miedo. El Caporo era más de campo, le gustaban los patios espaciosos más que la arena, su nombre era por lo cercano que fue desde el huevo con las iguanas de patio.

El Silencio llegó y rápidamente los jueces soltaron a las aves, empezó la gritería de las gradas, Elías Benítez miraba tranquilo mientras Juan Eduardo comenzaba a reír nerviosamente. El baile de El Locofino fue rápido y El Caporo fue de frente contra él, no sin miedo, pero sí con determinación. El Locofino parecía reír macabramente mientras lanzaba sus espuelas a El Caporo que lanzaba picotazos. En uno de esos movimientos El Caporo hizo caer a El Locofino y lo hirió con sus espuelas, los gritos se intensificaron y el revoloteo de las aves por toda la arena se hizo difícil de seguir, Caporo y Locofino bailaban en una guerra con pintes centenarias, El Caporo a muerte y Locofino disfrutando. Elías hizo una señal con la mano y el Locofino pareció entenderla, paró en seco y El Caporo se alejó, se plantó por tres segundos y corrió a toda velocidad tumbando al suelo el cuerpo de El Caporo. Juan Eduardo sintió un golpe al corazón mientras saboreaba los restos de tinto en su boca y sentía como se intensificaba en carcajada su risa. Los insectos chocaban desesperadamente contra el bombillo, el foco los quemaba y caían achicharronados. El viejo Lucho reía con su aliento hediondo a Cigarrillo como si se fuera a volver a morir pero de la risa, morir por su propia cuenta, no que lo volvieran a matar. Se cogía las rodillas y la barriga mientras daba botes en el piso. Ya Juan Eduardo solo sudaba y veía como el Caporo pedía ayuda a gritos.

-Ganar en una gallera es complicado, todo se mide por la pasión, no somos galleros por ganar plata, lo somos por el amor a estos animales- diría después Juan Eduardo a los niños de su barrio.  

08:32 p.m., En ese momento el viejo Lucho empezó a llorar mientras reía, El Caporo intentó volar cuál paloma y Alcides Rojas caía al asfalto después de varios disparos. La Gallera se paralizó y se escuchó el mofle de la moto que huyó frenética, la hija de doña Elvia grito – ¡Lo mataron carajo!, ¡Lo mataron! –, los borrachos de la calle se estremecieron y salieron corriendo en la dirección de la moto

– ¡Agarren a esos hijueputas mal nacios nojoda!

El sonido del disparo silenció la gallera y el olor a pólvora se expandió tres cuadras a la redonda, empezó una estampida de personas saliendo de la gallera creyendo que el disparo había sido adentro de la misma y los jueces se apresuraron a agarrar a los gallos sin evitarse uno que otro golpe de espuela de los animales.

– ¡Joda aquí siempre pasan estas vainas y nadie hace náa! – se quejaba uno de los transeúntes mientras iba hacía el tumulto alrededor del cuerpo de Alcides.

– Vi como los mataron, Pacho, te lo juro, no hay temor de Dios –decía la vendedora de chance.

– Malparidos, ¡Venga acá y sean varones!, ¡vengan hijueputa!- Arturo Alcides Rojas rompió en llanto sobre el cuerpo de su papá - ¡Padre!,  ¡¿Ahora quien me lo devuelve?! ¡Quién Carajo!-

El disparo que lo mató fue fulminante, entre ceja y ceja. Alcides tenía su camisa roja, un par de tragos encima y un poco de suero en el pantalón porque la carimañola se le cayó de las manos acto seguido al primer disparo.

Entre llantos y con sorpresa Ignacio dijo a Juan Eduardo – ¡Joda compadre!, ¡qué vaina nojoda!, esa lluvia de tiros que mató a compae Rojas no fue como los espuelazos que dan los gallos. Las espuelas de gallo de pelea son de carey o incluso de plástico, pero este atentado fue hecho con plata, ¡a compae Alcides lo mató un espuelazo de Plata! A esos sicarios les va a pesar el billete que les dieron por matar a compae Alcides– Juan Eduardo apenas estaba saliendo del golpe de la batalla perdida.

A los cuarenta y cinco minutos llegó la policía, los familiares de Rojas empezaba a viajar del campo para la ciudad y las peleas restantes de la noche se aplazaron. Por decisión de los jueces El Caporo había perdido la batalla ante El Locofino, gallo invicto con once victorias. Los Rojas lloraron a Alcides, quien no tenía enemigos. La Policía entrevistaba a la concurrencia que afirmaba estar distraída con el combate y no tener mayor detalle de lo ocurrido. La chancera se había marchado y dejo dicho que ese día no había ido a trabajar, doña Elvia asustada seguía vendiendo carimañolas a los curiosos que se acercaban para ver lo ocurrido y marcharse.

–No conseguimos nada, capitán–, decía un bachiller a su superior.

 –Eso está bien niño, ya viene a recoger el cadáver, ya nos podemos ir–, la fuerza pública consoló y se despidió de los Rojas. 

Elías Benítez ya se había ido con toda su cuerda y Juan Eduardo regresaba con un Caporo mal herido a su casa, mientras se tomaba otro tinto, pensando que la decisión de los jueces fue injusta

–Mi Caporo estaba jodiendo al Locofino, ¡Pregunta pa’ que veas! – diría días después. De camino a su casa Juan Eduardo le cantaba a su gallo derrocado mientras las carcajadas del Viejo Lucho fueron acompañándolo en la fresca noche sabanera.


Bogotá, 21 de noviembre de 2011



Friday, November 22, 2013

TARJETA SOBRE AZORIN

Siguiendo en este proceso de redescubrir a Héctor Rojas Herazo me gustaría compartir el siguiente texto de su autoria: 


TARJETA SOBRE AZORIN
Por: Héctor Rojas Herazo

Con las cejas un poco levantadas por el hastío en que lo dejaba semejante barullo, Azorín hacía su trabajo.
Era un ciudadano como otro cualquiera, un ciudadano a quien le gustaba desayunar, almorzar y cenar bien y a tiempo, y se afeitaba pulcramente, que pagaba sus cuentas. “Tenga juicio y aprenda a estarse quieto, no grite nunca”, es la consigna de Azorín. Nada de aspavientos en esto de sentir y ver. Cuestión de tiempo, de paciencia y de tiempo. Tenía el silencio, la minuciosidad y la parsimonia, pero también la confianza en su trabajo, de un miniaturista japonés.
A Azorín le tocó, como saludable contrapunto, una generación de Do mayor. Por un lado el vozarrón de Unamuno, por el otro (solo las “sonatas” fueron escritas para clavicordio) la petulancia orquestal de Valle Inclán Maeztu que en el centro golpeaba duro en el pupitre (¡niños, niños, nada de recreo; eso era de aprenderse la lección!) cuando, a marchas forzadas y comandando dos generaciones de repuesto, llega Ortega. El gran publicista lo saca garante, más que su totemismo cogiativo, su limpia, su depurada gracia española lo que, muy a su pesar, tenía de azorinesco. El resto eran unos señores tremendos cejijuntos. Y cada uno de ellos, a su manera, vivió convencido de que tenía a España arrodillada, con unas orejas de burro colocadas por escarmiento en la cabeza, en un rincón de su aula de pedagogo. Se lamentaron de Unamuno, que acostumbraba a meterse huesos adentro en busca de sus fantasmas egolátricos y de unas virtudes nacionales que ya habían cumplido su oficio —que la pobre España, asustada por tanta alharaca, se acurrucó muchos lustros en la creencia de que era una niña culpable—. A Baroja lo salvaron su soledad y su tozudez de labriego. “De puro vasco y de puro bruto” como tan desen-fadadamente decía de sí mismo en sus memorias, con el único fin, eso se ve muy claro, de bajarle los humos al estentóreo rector de Salamanca.
Mientras tanto, con las cejas un poco levantadas por el hastío en que lo dejaba semejante barullo, Azorín hacía su trabajo. Era un ciudadano como otro cualquiera. Un ciudadano a quien le gustaba desayunar, almorzar y cenar bien y a tiempo, que se afeitaba pulcramente, que pagaba sus cuentas. Un buen parroquiano. Estuvo gordo el hombre en sus años de mocedad y madurez. Después le dio por las frutas, ¿ven ustedes? Alcanzó como premio una vejez delgada y transparente, una vejez apacible, sin artritis ni dolores en la vejiga. Era el único serio. Y lo que pasaba era que Azorín iba por el otro lado, exactamente por el otro lado. Su secreto, era el aplomo, los nervios en su sitio, el tono bajo. Nada de englotonamientos, ¿para qué ? Sabrá, como muy pocos en su oficio, que el escritor y su lector terminan por encontrarse a solas en una página. Y cuando esto ocurre ya no valen trucos. Su labor, pues, se redujo a comunicar —en la forma más diestra, honesta y rigurosa que le fue posible— lo que veía y sentía. Ya nos ha dado su fórmula. Es, ni más ni menos, la de un buen jornalero. “Cuando escribas —nos recomienda— pon una cosa después de la otra”. Oigase bien, como quien dice: si las echas de bulto, si las derramas y mezclas al azar o si las metes unas en otras, o te las das de muy sabido, te dañas el asunto. Y tal y como lo recomendaba lo hacía. El idioma no estaba acostumbrado a esta impecable humildad.
Buen caminador Azorín. Otra de sus claves. Y esto de caminar, de saber caminar, se entiende, tiene sus bemoles. Un arte aparentemente menor, es cierto, pero que se rige por leyes sutiles y complejísimas. Consiste sobre todo, vean la nadería, en paladear lo que se recorre. Ya esto, de contra, implica un juego doble: aprontamente en la morosidad. Los sentidos deben mantenerse ágiles, coordinados y atentos como galgos de caza. Se requiere, además, una ternura silenciosa, funcional, de la misma jerarquía de la compasión, para desentrañar la fidelidad a esos códigos memoriosos en que se desenvuelven conversaciones familiares; para ver la luz propia, el contorno y la energía de cada objeto; para desmontar y luego sumar armoniosamente cada fragmento de la totalidad. Todo esto conduce a quien lo ejecuta a descubrir la sutura —que de hecho es historia palpitante, tradición y carácter—entre el lugar, los utensilios y el habitante. Se está de cacería repetimos y a todo momento el dedo debe estar en el disparador. Entonces el agua, cuando atraviesa una prosa, fluye, sabe y oficia como agua. Igual con los ganados y con las mieses. Prueben a oler una parvada de trigo en un relato de Azorín y conocerán de nuevo —en Tolstoi o en Thoreau— la delicia de respirar la libertad, el perfumado equilibrio, la intensidad apasionada que atesora la atmósfera de un día estival. Exactamente lo contrario de lo que ocurre con Gabriel Miró, para remitirnos a un coterráneo que se enfrentó a sus mismos problemas. El alicantino veía un campo y en seguida (no sabemos qué le picaba al buen señor en la cabeza) se dedicaba a calumniarlo con la mejor buena fe, aplicaba toda clase de galantes necedades a apesadumbrarlo. El resultado son esos cortijos, como las malas cortesanas, de albayalde y carmín.
El pincel de Azorín es fino. Mojado con los tintes precisos. Su línea es neta, segura. Su línea de un maestro. Tenía el don, otro de los frutos de su paciencia, de apretar lo sugerente. Una barda aquí, un sendero allá, unas techumbres de ópalo sobre un bloque que encalado en el centro y ya tenemos un pueblo. Adentro, encontraremos a los eternos personajes. Pero Azorín los conversa, los vive, los manosea, los acompaña. Miren lo cazurro. Se les va, por los entresijos, a ellos y a su contorno. Y en el mueble polvoriento, desfondado —con su tacto y finura de siempre, sin perder la compostura— no insinúa la muerte, y en la calma de una abuela que canturrea una nana, al rescoldo de su fláccido pecho, nos muestra las brasas de una venganza y en la sonrisa de la zagala, frente al pelotón lleno de uvas, el tiempo sutil, de la melancolía de amores, el enigma de una comarca.
Después, mientras se solaza con frituras y colaciones, a darle otra vez al asunto. A taladrar almas, a buscar la madeja en el laberinto. Pocos han caído en la cuenta de que Azorín es uno de los mejores novelistas de España. Sólo que él no trabaja de corrido. Nos deja muñones, cejas, mejillas, torsos de personajes. Eructos y ruidos en el pecho y el alma, suspiros. Alumbra la realidad. Mire usted que ese arcón junto al tinajero y esos retratos colgados ahí no más, a la derecha del armario, a pocos pasos de la puerta. Pues sí señor. Dentro de ellos, como un quieto pero rumoroso testimonio, están apetitos de mujeres en lechos bañados por la luna, orgullos de varón, pasiones sombrías, consejas. El crimen puede galopar en la noche, el duende sale, los jazmines están a punto de aromar una infidencia. Pero, eso sí, cuando la cosa se va a poner trágica, trágica de verdad, Azorín hace el esguince. Nos ama, ama el empalme y el equilibrio de la vida. Vuelve otra vez a su fórmula: nada de aspavientos, mis hijos tranquilos, a tener juicio. Y sigue hablándonos de tiestos con rosas, de hidalgos resecos, de caballos y mulas piafando, al amanecer entre un perfume de naranjos.
Pero lo que nos gusta sobremanera de Azorín, lo que explica que lo consideremos un gran novelista, es lo que tiene de listo, de entremetido, de buen pícaro. No puede ver una ranura, porque la vuelve brecha. Si le dan un dedo se coge toda la mano y, de encime, se carga con el santo y la limosna. En esa forma pudo meter en cintura, en la cintura de su estilo, muchos pueblos que ya no pertenecen a España solamente. Así, al desgaire, con su apacible rostro de notario (el del período cincuentón, el mejor y más productivo) se las sabía todas. Solo que la cuestión iba para su coleto y para el coleto de sus lectores. Claro, de todo esto, de tan rico y bien ejercitado vagabundaje, nos ha quedado la prosa más cuajada y substanciosa, la que destila mejores juegos, del lagor de los noventa y ocho. Azorín es el último de los clásicos españoles.
Lecturas Dominicales de El Tiempo,

12 de marzo de 1967.

Tomado de: http://www.lablaa.org/blaavirtual/modosycostumbres/cronicol/rojas.doc y http://en.wikipedia.org/wiki/H%C3%A9ctor_Rojas_Herazo

Thursday, November 7, 2013

Ese Pueblo de los Tambores - Hector Rojas Herazo.



Después de un rato de dejar a un lado este blog (Rato en el que han pasado varias cosas), vuelvo a escribir para compatir este texto al que llegué buscando sobre el escritor Héctor Rojas Herazo en wikipedia en Inglés (Gracias wikipedia).

Muchos dicen que Héctor Rojas es un genio del caribe (me enorgullese su origen sucreño) olvidado, que debido a su poca cercanía con grupos sociales no llegó a ser tan conocido como se merecía. Otros dicen que era tan avanzado para su momento que se redescubrirá en este tiempo o en próximos tiempos. Lo cierto es que he logrado conseguir "En noviembre llega el Arzobispo" en la edición de Lerne y la primera edición de "Respirando el Verano" y siento una deuda en cuanto no he leido estos libros.

Por el momento, empezando a degustar la escritura de Héctor Rojas, puedo decir que este texto me tocó lo suficiente como para querer compartirlo con mis amistades. Cuándo busqué un link que me dirigiera a este texto en internet  (que yo encontré como documento .doc) no lo encontré, por eso me tomo el atrevimiento de publicarlo y ver si a usted se le hierven un poco las venas como se me hirvieron a mi.

Quedo con la idea de retomar más frecuentemente este blog y quizá publicar más de mis impresiones, quiza de mis creaciones o mejor textos de otras personas que considero "artistazos" y "escritorazos", como este caso.

sigan con Dios.



imagen tomada de: http://www.escritoresyperiodistas.com/NUMERO57/juanc.htm


Ese pueblo de los tambores
por: Hector Rojas Herazo.

El pueblo de nuestra costa atlántica es un pueblo hechizado. Nuestro campesino vive, ama, siembra, llora en el velorio o baila en la cumbiamba empujado por un hálito misterioso. Es un hombre rodeado de transmundo por todas partes. Cuando llega la fiesta de San Bartolo, por ejemplo, se pone —muy serio, muy reconcentrado, muy minucioso— a fabricar crucecitas de paja para colgárselas a los niños en el pecho. El campesino no quiere que el diablo —el diablo con cuernos de alcanfor y patas de azufre, el diablo que echa fuego por los ojos y por la boca y le mete el rabo a sus víctimas por las narices— se lleve a sus hijitos para el monte. Por eso riega, también, agua bendita detrás de los escaparates y los baúles. Para ahuyentar al enano cabezón que hurga el sexo de las doncellas con dedos de cristal y les mete palabras grandes y duras a los oídos de los infantes cuando duermen.
Nuestro campesino ha hecho de todo esto una poética y aplastante realidad. Muchos de ellos han visto, en el centro de la noche, al espíritu Lara. Lo han visto escribiendo sobre el agua, vocablos de fuego, el nombre de una mujer encinta para hacerla malparir y torcerle, con el alambre del vómito, las muelas y las tripas. Y hay viejos que nos hablan del brazo palpitante que quedó entre sus manos cuando tajaron, con un limpio círculo de su machete, el ala de una bruja convertida en gallina. Estas brujas las conocen todos. No es un secreto para nadie su sabiduría en la preparación de unturas y brebajes. Tienen algo de seres vegetales estas ancianas. Lentamente, a la vista del pueblo, se van secando, se van pudriendo, se van poniendo chiquiticas y amarillas, hasta que se quedan inútiles sobre una cama de viento como si fueran raíces.

Nuestro campesino cree en todo esto porque lo ama, porque lo necesita, porque sin todo esto se quedaría solo, vacío e inútil. Es más: porque, sin ese cúmulo de creencias, no podría hacerle frente al implacable empuje de la fatalidad y de los elementos. Sin el hechizo no resistiría la mala siembra, niel luto sobre la familia, ni las gusaneras que hacen caer a pedazos la carne de los ganados. Por eso en nuestros pueblos todavía existen brujos. Brujos de carne y hueso que tienen nombres de apóstoles y tiznan el padrenuestro y el avemaría con el carbón de la cábala. Es toda una cosmología primaria, un empirismo ritual, donde los santos tienen mochilas preñadas de semillas; donde los arcángeles usan rulas y fuman tabaco revuelto; donde la madre de Dios se sienta en las sementeras a jugar con el ciento, con las hojas y con la lluvia.

Este es nuestro pueblo. Un pueblo hechizado que ha buscado el tambor, la gaita, las guachas, el acordeón y el carángano, para darle nombre propio a un universo de polvo, de clorofila y de azufre. De allí ese extraño sedimento alegíaco que nutre el hípido de nuestras coplas. De allí esa nostalgia, ese acento de miedo y hermosura, que podemos apreciar en todo nuestro folklore. Quien crea que la música de nuestra costa caribe está solamente hecha para la epilepsia corporal o para la simple alegría de los sentidos, está totalmente equivocado. Para su cabal comprensión —para saber lo que bulle en el interior de un mapalé, de un merengue o de un fandango— es preciso emplearse, muy a fondo, en una militancia del corazón y de la inteligencia. Se necesita saber desentrañar lo que hay en aquellas mulatas, grandes y macizas, que cumplen, sobre el cáliz de los pilones, un rito agrario, se necesita conocer el color que tienen las aguas de un estanque cuando el mohán —con voz de niño adulto, del niño que tiene miles de años en su pelambre de musgo y de lodo— nos llama dulcemente con nuestro nombre de pila; se necesita haber visto un patio, simplemente un patio bajo el sol o la luna, cuando el mar es un bramido, grande y amargo, sobre la memoria del tiempo. Todo eso se encierra en esos instrumentos toscos, humildes, construidos con los elementos de una comarca misteriosa.

La gaita es el agua, el tambor es la tierra, en las guachas y las raspaderas está ese viento, cálido y tenso, que aprieta, como una arcilla tostada a fuego lento, las facciones de nuestros labriegos. Cuando uno escucha una gaita parece que el agua estuviera sollozando. Es una fuerza líquida, otra sangre la que navega por la nuestra. Sangre de toro, de yerba, de pegujal y de azucena. Y el tambor es un gran corazón, una gran mano que nos pega en el puro centro de las vísceras. Que nos recuerda quiénes somos, dónde estamos, de qué barro, exactamente, están amasadas nuestras costillas y nuestra epidermis. En todo esto hay tristeza, trabazón de conceptos, senequismo elemental, precisión ante la vida y la muerte. Detrás de todo esto hay abuelos y retratos y techumbres de paja que apenumbraron nuestro asombro primero. Detrás de todo esto hay espuelas de gallos y trajecitos almidonados y muchachas de quince años meciéndose en los corredores. Y está el pueblo. Ese pueblo costeño que se disfraza de alegría pero que, por dentro, tiene caballos desbocados, plegarias de cuero, crucecitas de paja para que el diablo no se lleve a los niños.

Por eso el hechizo es el clima natural de esa porción de la geografía colombiana. Por eso el grupo de hombres y mujeres que Manuel y Delia Zapata Olivella acaban de traer a Bogotá tiene importancia. Una importancia recóndita. Cuando Delia y Manuel ambulaban por pueblos y veredas y se ponían a escuchar a una viejita cantando canciones olvidadas, sabían muy bien lo que estaban haciendo. Delia misma ha buscado las telas y ha cortado y cosido los trajes con que han de presentarse estos hombres de nuestra tierra. Delia consiguió el barro para fabricar múcuras y el bejuco para trenzar los catabres y ella misma midió los compases y balanceó los volúmenes de esta coreografía alucinante y se puso a danzar —en el centro de todos ellos— hasta que el baile de los cabildantes y del gallinazo y los cartones de la vida del mar quedaron terminados. Por eso tienen todo el derecho a ser nuestros intérpretes. Por eso han podido reunir un poco de gente y un poco de instrumentos musicales y traerlos a Bogotá para que aquí se sepa, de verdad verdad, cómo es el mundo colombiano que vive asomado al océano. Aquí los tenemos ahora. Los hermanos Zapata Olivella y el trozo de pueblo y geografía que han traído consigo nos dirán el resto.
El Tiempo, Suplemento Literario, 22 de agosto de 1954.
Tomado de: http://www.lablaa.org/blaavirtual/modosycostumbres/cronicol/rojas.doc y http://en.wikipedia.org/wiki/H%C3%A9ctor_Rojas_Herazo

Sunday, January 29, 2012

Reflexión Sabanera

Una reflexión

Plaza majagual, resalta su piso que representa el tejido de Cañe Flecha  (Foto: César Olmos)


La Brisa Sabanera acaricia mi rostro, suena un porro, un grito del pueblo anuncia la alegría: aquí los valientes saltan al ruedo, los músicos ponen el alma en el instrumento. Los personajes de la Sabana dedican su vida al folclor.

Pese a los problemas siempre habrá alguien blandiendo las velas, y mientras esa llama arda nuestra historia, nuestra cultura, aquello que somos, jamás morirá.
Banda Juvenil de Chochó en "el fandango más grande del mundo" celebrado en el estadio de mochila, 2011 (Foto: Hermes Llain)

Mientras suene el clarinete, el bombardino, el redoblante, la trompeta, entre muchos otros instrumentos la Gran Sabana vivirá, mientras nuestros hombres y mujeres madruguen a trabajar la tierra, en el ruedo del diario vivir, el Fandango no se apagará.

Mientras en mi cabeza y la de otros sabaneros está el recuerdo de Arturo Cumplido, de Pola Becté, de María Varilla, de los grandes maestros como Alfredo Gutierrez y Calixto Ochoa quienes fundaron los Corraleros de Majagual, Pablito Florez, de las Grandes Bandas como la Juvenil de Chochó la 8 de septiembre de Sincé, la 18 de Marzo de Laguneta, la San Antonio de Momil, la San José de Toluviejo, la SuperBanda de Colomboy, los grandes historiadores de la ciudad Inis Amador Paternina y periodistas como Anibal de luiz Polo, como entre tantas otras bandas y personajes que "han escrito con letras de oro la historia de nuestro folclor", no puedo evitar que se me enaltezca el orgullo y un corrientazo que se eleva por mi médula espinal erizo mis cabellos.

Foto del Gran Alfredo Gutierrez cuando era aún más joven, el 3 veces rey vallenato fundó los Corraleros de Majagual Junto con Calixto Ochoa, homenajeado del pasado Encuentro Nacional de Bandas y del Festival de la Leyenda Vallenata de éste año (ref: grupo de fb Fotos Antiguas de Sincelejo)


Mientras ese recuerdo permanezca en nuestra mente y en nuestro corazón no importará cuanto nos "cornee" la vida, cuanto nos azoten los corruptos de dentro y fuera del gobierno y cuan pequeños creen muchos que lo somos porque siempre como valientes saldremos al ruedo y encararemos el peligro así como lo hizo Tito Díaz en El Roble. No nos importará cuanto nos corneen, cuanto nos caigamos y cuanto fallemos: como el Gran Kalimán del Sinú siempre nos levantaremos y volveremos a la Corraleja. a hacerle frente al toro, no a agarralo y molestarlo cuando está amarrado, el valiente juega con el toro, no lo hiere, así como protege su caballo, no lo usa como escudo.

El Kalimán del Sinú, gran protagonista de las Corralejas, exhibiendo algunas de sus cicatrices, foto tomada de la entrevista que concedió a la revista Soho (Foto: Amira Silva)


Como el gran Arturo cumplido pondremos nuestros mejores toros así como nuestros sueños siempre en el ruedo y los protegeremos así como éste gran Personaje puso a jugar y trató de salvar a la muerte al más famoso de sus astados, el Gran Toro Balay cuya perdida le generó una gran tristeza. así como Arturo Cumplido pondremos los toros hasta que el creador nos lleve a su presencia y en ese momento también diremos: "¡Hasta Siempre mi 20 de Enero!".

Arturo Cumplido Sierra en la corraleja de 2009 a las que fue pese a  los achaques de su enfermedad y sus más de 90 años, en esta foto acompañado del criador de su mítico toro "El Balay" Rafael Benitez. Mucho aseguran que Cumplido Sierra fue profeta de su muerte dado que según se comenta había prometido dar los toros en honor al dulce nombre hasta la última vez que fuera posible, y en 2009 anunció que no pondría más los toros, ese mismo año el mes de marzo falleció esta leyenda tan importante para los Sincelejanos. (Foto: meridiano de Sucre)


Como Pola Becté bailaremos y disfrutaremos de la vida mientras este fulgente sol calienta nuestra identidad y nuestro existir. Agarraremos y conservaremos el maso de velas sin importar cuanto nos queme la esperma. Llevaremos la alegría a las calles y perpetuaremos la alegría.

La Fandanguera, la amada Pola Becté, representanda en su monumento junto a la Plaza Majagual (Foto: César Olmos)
Epitafio en al tumba de "Pola Becté" (Foto: Salim Martínez)


así como nuestro personaje Zenú que somos también nosotros que somos orgullosos descendientes de ellos.  que teje a mano de la caña e´flecha, producto de nuestra linda tierra, variados productos entre el que destaca nuestro gran Sombrero Vueltiao que se ha convertido en Símbolo de la Nación Entera mientras se olvida su origen en nuestras Sabanas. Ese sombrero tejido con su esfuerzo representa nuestra calidad en trabajo y lo que podemos lograr con verdadero empeño. el mismo esfuerzo de los pescadores que se baten a diario con el mar y el rió.

Sobreros tejidos en Cañ'e flecha en las festividades del 20 de Enero 2011 (Foto: Hermes Llain)


Brisa de la Sabana, que me acarició también en el seno de la hamaca que utilizaba por cuna, que acarició a mis ancestros y acariciará a mis hijos, ¡cuanto quiero que sigas corriendo libre para que sigas transmitiendo el sentir de mi pueblo!. Brisa que corre por la histórica Plaza de Majagual que vio nacer a los Corraleros de Majagual , que vivió tantas tarde de Corralejas, que acogió al gran Joe Arroyo. Que también corre por la catedral que es Símbolo de nuestra ciudad, que ha crecido y cambiado con ella, de donde sale la procesión del dulce nombre, Brisa que pasa también por el Pozo Majagual y el resto de Sabana.



evolución de la catedral de San Francisco de Asís de Sincelejo (fotos: grupo de FB fotos Antiguas de Sincelejo)
La Catedral durante el paso de los participantes de la Alborada 2011 (foto: César Olmos) 


Nos preparamos Sincelejo para tener el honor de poder continuar escribiendo la historia de nuestra región, ojalá también con letras de Oro que serán nuestro trabajo, nuestra obra, nuestro legado.

Abogados, Científicos, Ingenieros, Sociólogos, Literatos, Músicos, Artistas, ¡Intelectuales de todas las áreas a tu servicio!, de los cuales muchos salimos de casa para formarnos y poder educar y traer oportunidades de progreso al pueblo, porque el buen hijo vuelve a casa y pone a producir los dones que El Padre le dio. Porque queremos un Sincelejo Feliz no estar tristes fuera de él, pese a que muchos no ven el potencial que tienen, así como tampoco son capaces de dar el correspondiente valor a nuestros músicos.

De verdad que eres grande y esplendida mi querida Sabana, pese a los golpes dado el pasado y el olvido de gobierno central, pese a la sangre que inescrupulosamente han derramado grupos paramilitares, guerrilleros y hasta militares en tus praderas, en tu mar, en tu rió. Estamos para restablecerte y darte más gloria, así como amamos el 20 de Enero, que celebramos en honor al dulce nombre de Jesús, trabajaremos por tu progreso y el de la región. Nuestra tradición es más que motos haciendo "buya", desorden, espuma, maicena y agua que se riegan y dañan nuestros actos públicos, es nuestra esencia que nos guía a conservar nuestros ideales, historia y bellas costumbres.


Desfile de Fandangueras 2011 (Foto: Hermes Llain)

esa, sí, nuestra bella región: Guaranda, Majagual, Sucre-Sucre, Ayapel, Buenavista (Sucre y Córdoba), Canalete, Chalán, Colosó, Morroa, Ovejas, Sincelejo, Cereté, Chimá, Chinú, Cienega de Oro, Cotorra, Coveñas, los Palmitos, San Onofre, Tolú, Toluviejo, La Apartada, Momil, Montelibano, Montería, Planera Rica, Pueblo Nuevo, Puerto Escondido, Nuevo Libertador, Purisima, San Andrés de Sotavento, Sahagun, San Antero, San Bernardo del Viento, Corozal, El Roble, Galeras, Sampués, San Juan de Betulia, San Pedro, Sincé, Caimito, La Unión, San Carlos, San José de Uré, San Pelayo, Lorica, Tierra Alta, Tuchín, Valencia, San Benito Abad , San Marcos, Carmen de Bolívar, Magangué, El Bongo, Talaigua entre tantos otros hermosos municipios. Sucre, Córdoba y Sur de Bolívar.

Gracias Dios porque no pedí nacer en Sincelejo y aún así recibí tu bendición, gracias por esta tierra. Así como se hace el juramento fandanguero el día de la alborada, te prometemos nuestra Sabana no dejar que pare el fandango, que se siga cayendo el pueblo, que se apague la vela.

Que la Brisa Sabanera que me ha inspirado y los hijos de esta prospera región lleven éste mensaje y tantos otros siempre con ellos.
La Sabana (Foto: Marco López)

La Siguiente canción de la Juvenil de Chochó nos recuerda la "Fiesta Vieja", esa llena de tradición y cultura que debemos recuperar, no solo para las Fiestas del 20, sino para todas nuestras actividades.

Saludos.


Saturday, October 22, 2011

Empaque de Hortalizas de Hoja: Poster

Hola muchachos, la semana pasada fui a la 80 a una empresa de empaques llamada Temkin, allá me comentaron sobre como es lo de los empaque perforados en el país.

la empresa tiene su sede principal en EEUU y tiene esta sucursal en colombia, producen empaques para todo tipo de aplicaciones, desde envolver cajas hasta alimentos, los empaque perforados que producen son para guardar té y aromáticas en general, son un hueco amplio y espaciados, tenian una muestra de microperfonardo y nos comentaron que en el país que ellos sepan nadie produce ese tipo de empaque, que tocaría bien comprar un cabezal para la máquina que hace microperforación o pedirlo a EEUU que allá si lo hacen, después les cuento más,., Saludos,.

Monday, January 17, 2011

¡Semana de las Regiones!



La semana de las regiones.





Siguiendo con la idea  presentada en el anterior post el Consejo Estudiantil Uniandino (CEU) propon,e dar vía libre al desarrollo de la propuesta de la Semana de las Regiones.

La mayoría de los Uniandinos tienden a conocer, o al menos a preocuparse, más de Europa o Norteamérica que de su propia nación, no por cuánto éste sea ajeno a la identidad nacional (de hecho esta sí es muy sentida en la universidad), sería más correcto afirmar que es poco conocedor de las costumbres y culturas propias de cada región que conforma el país.

Como una forma de enriquecer la formación de los estudiantes en esta materia, además de prestar un espacio de esparcimiento y bienestar universitario,  se presenta la iniciativa de la semana de las regiones.

La semana de las regiones se visualiza como un gran evento cultural que se desarrollara en simultáneo en muchos lugares del campus tomando como eje central la divulgación de las costumbres y características de las regiones a través de la música, las imágenes y conversatorios entre otros mecanismos como actividades culturales. Adicional el evento tiene una frecuencia anual tomando su espacio la segunda semana de clases del primer semestre de cada año.

Objetivo general

Despertar en los Uniandinos un sentido de pertenencia de Colombia como nación y patria junto con un apersonamiento por la problemática nacional que conlleve a su aporte a la resolución y desarrollo de la nación. Esto a través del conocimiento de los diferentes contornos culturales que rigen la nación desde las ópticas de lo social y cultural.

¿Por qué éste objetivo?
En acorde con los estatutos de la Universidad, el evento es una forma de aportar al país, y hacerlo más allá del deber[1]. Por otro lado el evento es una forma de propiciar el pluralismo, la tolerancia y el respeto de las ideas[2]; al tiempo que se busca “promover en los estudiantes el desarrollo de una conciencia capaz de dirigir, dentro de un contexto moral, cultural, político y social, su participación en la vida nacional, su acción profesional y su conducta personal”[3]. Éste evento va a favor del cumplimiento del numeral f del artículo 2 “Adelantar las demás actividades y servicios relacionados con el cumplimiento de sus propósitos”

Es muy común  que los estudiantes de los andes tengas aspiraciones académicas y personales muy grandes, pero es triste que estas tengan su acción en otros países sin tener en cuenta a Colombia, o peor, estando en Colombia, no se apersonan de la problemática nacional como tal lo que lleva a un circulo de tolerancia ante factores negativos a la nación que podrían empezar a ser atacados desde el simple oficio del estudiante Uniandino. Ej. El empresario que con solo buscar generar industria en un departamento cualquiera de Colombia da una oportunidad a la gente diferente a cultivos ilegales o actividades en grupos insurgentes.

Objetivos específicos
-          Comunicar sobre costumbres e idiosincrasia de las regiones de Colombia
-          Despertar interés por los elementos propios de las regiones del país eliminando    barreras como el regionalismo  y los estereotipos falsos sobre las regiones en   Colombia sin pretender eliminar diferencias entre las mismas.
-     De la mano del objetivo anterior, despertar ganas de trabajar por Colombia desde el campo laboral sin importar su índole.  
-          Formación sobre identidad nacional
-          Ofrecer un espacio de esparcimiento a la comunidad uniandina

Organización de la semana de las regiones.
La semana de las regiones se divide en 5 días, uno para cada región, el lunes para la región llanera, el martes para el pacifico, el miércoles para la región andina, el jueves para la región amazónica y el viernes para la región Caribe. La siguiente es una lista de posibles eventos para el desarrollo de la semana.  


1.1. Conversatorios


En el marco del evento habrá charlas al respecto de cada región.  El objetivo de las charlas es ilustrar de manera general sobre el sentir y las situaciones o eventos característicos de la gente de las regiones. A la vez se busca  explicar su idiosincrasia y sus motivaciones. Esto brinda un espacio de naturaleza más académica al evento permitiendo la participación de autoridades del tema (como cuenteros, historiadores y gestores culturales de las regiones por ejemplo), profesores y estudiantes. Especialmente de la facultad de Ciencias Sociales y Artes y humanidades. Se comenzará un proceso de búsqueda de profesores interesados en la iniciativa en la universidad en general. El evento debe abordar también temas de actualidad nacional enmarcados en contextos relacionados con la región.


2.     2. Conciertos por las noches

La idea va más allá de presentar los bailes y música típicos de cada región, es hacer que los estudiantes participen en los mismos a través del baile y la misma música.
Se espera poder contar con la plazoleta lleras para poder desarrollar el evento. En el fondo éste es visto como el evento más importante de la semana.  El concierto trasciende más allá de “la parranda” al hacerse una presentación de cada canción y de lo que representan (de forma amena), de los músicos y de sus instrumentos.

Se podría colocar en escena de ser posible algunos bailarines que estimulen a los  miembros de la comunidad uniandina a que se unan al jolgorio. Esta idea está basada en buena medida en el éxito de la visita de los gaiteros de san Jacinto a la universidad dónde las personas se unieron al baile en los pasillos del auditorio Mario Laserna. Por ejemplo para la tarde/noche de conciertos correspondiente al día viernes (región Caribe) sería muy atractivo hacer la típica “Rueda de Fandango”  dónde una banda toca en el centro de una plaza en una tarima mientras que el pueblo baila alrededor de la tarima iluminando sus pasos solo con las velas que sostienen las damas que son cortejadas con por los caballeros con el sombrero vueltiao mientras son guiados por el faldón de estas. Con todo el sentido cultural que va detrás como el prender la vela por la vida y la alegría sin importar que la cera de la vela te queme.






3.     Elementos por el campus.


Surgió la idea de colocar elementos típicos de cada región por el campus en lugares de concurrencia de tal manera que se despierte la curiosidad de los estudiantes sobre estos y sobre el evento, además  para que se comiencen a cumplir desde la simple duda los objetivos propuestos arriba. Por ejemplo colocar una gaita junto con tamboras al frente de la entrada a la cafetería central por la “piscina”, colocar una ruana extendida al lado de la entrada a la biblioteca Ramón de Zubiría, o colocar las ropas de un campesino llanero a uno de los lados del puente que conecta los bloques W y ML.

4. 4. Muestras culturales relámpago

Sería muy entretenido y alegre para los alumnos estar entrando al bloque W por el puente que conecta el 6° piso de  éste con el campus y que de repente saliera una banda de los ascensores del mismo  tocando temas como María Varilla o los tres clarinetes. O bien que subiendo las escaleras hacía el 5° piso del bloque ML aparecieran unos actores bailando Carmentea al frente de la sala de micros con los respectivos trajes típicos del llano. Esta sería una forma amena de integrar a los alumnos con el evento y hacerlo divertido no solo para ellos sino para la comunidad en general. (Algo muy parecido a lo de las campañas de concientización de la semana de la movilidad). Por otro lado es de resaltar que éste tipo de actividades no debe afectar el normal desarrollo de las actividades cotidianas de la universidad ni la tranquilidad en las oficinas ni de los salones de clase.

5.   5.  Cuenteros costumbristas  por el campus


Similar a lo visto con el cuentero invitado para la fiesta de san Alberto magno organizada por la facultad de Ciencias Sociales, es vista con buenos ojos la idea de traer cuenteros a la universidad que ofrezcan su repertorio en lugares estratégicos como la piscina. Unos posibles invitados serían los compadres de “Las vainas de mi pueblo” presentadas en el canal regional Telecaribe que son una parodia de los “manes embusteros” en la costa Caribe.



Participación estudiantil en el evento
Los estudiantes pueden participar en el evento aportando ideas para las muestras u ofreciendo el contacto con grupos folclóricos dispuestos a participar en el mismo.
Hay una invitación especial para los estudiantes de ciencias sociales para participar activamente en los conversatorios y demás eventos. Por otro lado se puede requerir asistencia de estudiantes de música para los conciertos, principalmente a los de producción quienes pueden hacer parte de su actividad académica éste evento.


hasta el momento el CEU ha logrado un acercamiento eficiente y apoyo con el centro cultural de la decanatura de estudiantes, la dirección de Desarrollo y la oficina de Comunicaciones y marca. 


De igual manera sigue la cotización y contacto con personas para las charlas y los conciertos entre otros.

Sin embaro nos sigue haciendo falta algo:


¡Nos fata Tu Apoyo!

¡Escribenos a ceu@uniandes.edu.co si te interesa hacer parte de la iniciativa!


si conoces o puedes puedes aportar con respecto a las bandas o conversatorios tu apoyo es muy valioso para nosotros.

Participación organismo académicos

Además de los estudiantes se espera una activa participación de las facultades de Artes y Humanidades y de Ciencias Sociales, la Decanatura de estudiantes a través del centro cultural, la oficina de Comunicaciones y Marca, el Centro de Desarrollo y el Centro interdisciplinario de estudios sobre desarrollo Cider.

Financiación del evento
El consejo estudiantil está ligado a la Decanatura de estudiantes y su presupuesto es muy pobre para sostener un evento de esta envergadura, por tanto se recomienda que el financiamiento salga a través del centro cultural de la Decanatura de estudiantes y de los departamentos de Artes y humanidades y Ciencias sociales, y de ser posible, de otros órganos de la universidad como Rectoría, vice rectoría, etc.

Aspectos económicos a tener en cuenta son el hospedaje de los asistentes del evento en caso de que no vivan en Bogotá, alimentación y transporte de los mismos, pago por su asistencia de ser requerida, entre otros gastos que aparezcan en el desarrollo del evento.

es de anotar que en lo que va de las averiguaciones hechas con grupos tales como la Banda Juvenil de Chochó y la fundación Pelinkú hay posibilidades de financiamiento. Ya hay un contacto con el Fondo Mixto de Cultura de Sucre que podría financiar a los invitados de Sucre. De esta misma forma se puede conseguir apoyo a través de otras entidades semejantes a esta en otros departamentos (los fondos mixtos son vigilados y financiados por el Ministerio de Cultura). 

Por otro lado hay posibilidad de financiamiento directo con el Ministerio de Cultura, además de otros entes como el Banco de la República que han apoyado organizaciones como la Banda Juvenil de Chochó cubriendo gastos de viaje y estadía para ellos.


además en su reunión de junta, el consejo estudiantil uniandino considera viable la posibilidad de permitir entrada de particulares al evento comprando una boleta, como se hace con el coro de la Universidad, como una manera de permitir que el resto de la comunidad universitaria participe del evento y de proveer una linea de financiación ligera al evento.

Continuidad del evento
El evento debe ser acogido por las instancias de la universidad tales como centro cultural y facultades de ciencias sociales y facultad de artes y humanidades con el fin de darle perpetuidad anual la misma semana recomendada como la segunda del primer semestre de cada año. La razón por la que se recomienda esta fecha es que los alumnos no están tan cargados de trabajo a inicio de semestre, además de que no hay mayor cantidad de eventos paralelos.



[1] Declaración de principios, estatutos.
[2] Misión, estatutos.
[3] DECLARACIÓN DEL CONSEJO DIRECTIVO EN SU SESIÓN DEL 29 DE MARZO DEL AÑO 2000, estatutos.